se esconde la paz,
condena perpetúa
de la actividad neuronal.
Un trago de dolor
entre mi nariz y mi boca,
un sabor a enfermo
que se sabe coherente.
Matar el amor
o conquistar los defectos
que odia mi ser.
Lo más difícil
es buscar el ritmo
entre cartón y polvo.
Un cuadro metálico
recorre mi sangre
y el calor en mi garganta
alivia mi alma.
Maldita paz
que envicia mi carne,
maldita paz
que me impide callarme.
Lo más difícil
es sentir que mis latidos
perdieron su ritmo.
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