Sus labios y vestido
rojos y ardientes
como lava,
dignos de una rosa
y una envoltura de diamante.
Exiliada de la tierra
con pedestales
infantiles y elegantes.
Tacones de princesa
en pasos de doncella.
Debajo, una capa
de fino chocolate
que apenas priva
crestas y plantíos
de miradas indiscretas.
Glorioso motín
de leche suave
y tierra fértil.
Tesoros escondidos
en los mares y los bosques.
Vista a vista
una niña insolente
con gestos de lujuria
y ojos de inocencia.
Lívida con torpeza,
ternura indiscreta,
provoca y no enseña,
entre todos esos nombres
esconde el de la amante.