Y una tarde de enero
se encontró yo mismo
con el destino,
y le dijo:
-Destino, ¿Qué hay
de mi ser escrito?,
de mi futuro indistinto.
El destino mudo,
con la cabeza baja
hizo gesto de negación
y no contestó.
-Claro está entonces,
tendré que ignorarte
y si te pones renuente
habrá que matarte.
Yo mismo tomaré la
pluma y tacharé tu
nombre sobre el mio.
Nacerá de mi puño
y letra lo que me plazca,
y daré una hoja al
valiente que me siga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario