lunes, 12 de diciembre de 2011

Una tarde de enero.

Y una tarde de enero
se encontró yo mismo
con el destino,
y le dijo:

  -Destino, ¿Qué hay
   de mi ser escrito?,
   de mi futuro indistinto.

El destino mudo,
con la cabeza baja
hizo gesto de negación
y no contestó.

 -Claro está entonces,
   tendré que ignorarte
   y si te pones renuente
   habrá que matarte.

  Yo mismo tomaré la
  pluma y tacharé tu
  nombre sobre el mio.

  Nacerá de mi puño
  y letra lo que me plazca,
  y daré una hoja al
  valiente que me siga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario