A la segunda ronda
y nos perdimos
en la ciudad más
pequeña del país.
Te perseguí
de las diez a la una
de la mañana
y sólo la luna
veía que me moría.
Y entre tanta estrella,
tantos segundos,
tantos nervios,
tantas ganas,
tantas dudas,
tanto temor
y tanto tanto
me atrevi
a pedirlo.
La vista más bella,
la luna más llena,
el cielo más negro
y
el mejor de los besos.
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