Debería dejar
de mirarte,
de encantarme
con los detalles
de tu cuerpo
y la manera
en que te sientas.
Debería dejar
de escucharte,
de dejarme
hechizar
por cada palabra
que pronuncian
tus labios
tiernos
y exquisitos.
Antes sólo
era ternura.
Ahora
me seduces
inesperadamente
con cada uno
de tus gestos.
Si ya me encantas
con tu risa,
si ya me encantas
con tu voz,
caeré de rodillas
cuando me atreva
a besarte.
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